Sin embargo, por el camino se detiene a tomar un piscolabis en un bar, donde observa a una jovencita bailando, de la que el Doctor queda gratamente impresionado, tanto que le da unas monedas para que ponga música en la máquina de discos.
El Doctor, poniendo de buen humor al camarero.
La jovencita, bailoteando en agradecimiento al Doctor.
El espectáculo es soberbio.
El Doctor no lo sospecha, pero este tiempo que ha perdido supondrá su perdición. Dos policías de patrulla observan al Doctor desde fuera del bar, y deciden esperarle fuera hasta que salga.
Los policías están al acecho del Doctor.
El Doctor tendrá que contar los días que quedan para salir de la cárcel y planear su próximo golpe.
El Teniente Ditrich es detenido por la confesión de Cobby, que le implica en el soborno que Cobby le pagaba regularmente, y el Comisario explica los pormenores a los chicos de la prensa.
El Comisario da las explicaciones oportunas.
Mientras, Dix continua su alocada carrera hacia el rancho donde vivió de niño, gravemente herido y con las fuerzas justas para poder conducir. Finalmente llega a su destino, y Dix apenas puede caminar unos pasos antes de caer moribundo en su ansiada tierra.
El caballo se lamenta de la suerte de Dix.
Y así acaba la película, total, Emmerich se pega un tiro, Ciaveli y Dix muertos de sendos disparos accidentales, Cobby, el Doctor y Gus en la cárcel. Era un plan perfectamente estudiado y preparado, pero se interpone la fatalidad; ya lo resume el Doctor en un memorable diálogo una vez se ha frustrado todo:
"Fatalidad, ¿y qué puede hacerse contra la fatalidad?"
Nada, Doctor, no puede hacerse nada.
FIN
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